13 de noviembre de 2002. S.O.S.
María se despertó sobresaltada por el fuerte oleaje que sacudía su casa en la costa gallega. Miró por la ventana y vio que el mar estaba enloquecido, con olas gigantes y viento huracanado.
De repente, un ruido ensordecedor llamó su atención. Se asomó y vio el enorme barco petrolero, que se balanceaba peligrosamente frente a la costa. María sabía que algo terrible iba a pasar.
Horas después, el barco se partió en dos y comenzó a hundirse lentamente. María, junto con otros vecinos, intentaron desesperadamente comunicarse con las autoridades para pedir ayuda, pero nadie parecía estar escuchando.
Días después, María vio como su amado mar se convertía en un mar negro. La costa se había visto cubierta de fuel y la fauna y flora marina estaban en peligro.
El desastre se convirtió en una cicatriz imborrable en la memoria de María.
El Joan Fuster del sud
