13 de noviembre de 2002. S.O.S.
Me despierto. Hoy no veo el sol reflejado en el mar. Me levanto con prisa. Salgo al balcón, y al sonido de una sirena, me giro hacia mi derecha, y después de ver a la vecina hablando con un policía, lo veo, veo el motivo por el que no veía el reflejo.
El mar ha cambiado su color, está teñido casi en su totalidad por un oscuro negro. Un negro impenetrable a la mirada.
Con prisas, bajo corriendo a la playa, para arrodillarme, echarme a llorar, y pedirle perdón. Mientras veo, a un pobre ave ahogándose en chapapote, y un voluntario gritar: “¡aquí tengo a uno! Traed agua”.
Entre tanto permanezco inmóvil, me siento invisible, no consigo ver mi reflejo en el mar. Y eso me mata.
Nelson
