Dentro del conjunto de la colección pictórica del museo cabe destacar, con personalidad propia, el fondo de retratos de barcos. Se trata de un tipo de pintura muy típica de los museos marítimos, pero también en casas particulares, donde las familias conservan imágenes de los barcos que habían poseído o comandado sus antepasados.
El retrato del barco es una pintura que quiere mostrar con la máxima fidelidad un barco en concreto, un tipo de fotografía de la embarcación. Hay una voluntad de identificar y caracterizar un barco en concreto, con su nombre y pabellón, la contraseña o bandera del armador, y generalmente una leyenda identificadora o una referencia a un personaje o hecho. En general van firmados por pintores muy prolíficos (Pineda, Evans, Mongay, Amat, Martí Barrionuevo, etc.) y llevan la fecha. Como se puede ver, lo más importante es mostrar el barco tal cual es, y las cuestiones estéticas son secundarias; incluso el fondo, sea mar abierto o un puerto, tienen una importancia menor.
Curiosamente la gran época del retrato del barco coincide con el desarrollo de la fotografía, y es que resulta muy difícil captar con la cámara un barco en navegación, visto de lado y con mucho detalle, algo que la pintura sí que podía hacer.